lunes, 20 de abril de 2009

La estación Pascual

La Vigilia pascual es la piedra angular sobre la que gira y se funda todo el año cúltico y eclesiástico. Todos los bautismos celebrados durante el año hacen referencia al rito de este día. Todas las eucaristías celebradas durante el año son como la repetición de lo celebrado en esta liturgia. En esta celebración recordamos los eventos claves de salvación: la pascua judía que celebra la salida de la esclavitud en Egipto a la libertad de la Tierra Prometida, la pascua de Jesucristo pasando de la muerte a la resurrección, y nuestra propia pascua superando la esclavitud del pecado y resucitando a una nueva vida que nos da el Cristo resucitado. La Vigilia abre el tiempo pascual con el retorno del Gloria y del Aleluya, suprimidos durante la Cuaresma. Además, la Pascua, o el domingo de Resurrección, es el primer día del tiempo pascual.

Aunque no hay vestigios cristianos de esta fiesta en el Nuevo Testamento, se daba una práctica de la que ya hay testimonio claro en el siglo III. Según la Tradición Apostólica, en esa época todos los bautizos tenían lugar en la gran Vigilia pascual.

En tiempo de los sacramentarios, la Vigilia se iniciaba encendiendo el nuevo fuego y cantando el Exultet. Este es un canto que se remonta por lo menos al siglo IV. Esa es la primera palabra del canto cuyo inicio dice así: "Exulten por fin los coros de los ángeles, exulten las jerarquías del cielo, y por la victoria de Rey tan poderoso que las trompetas anuncien la salvación". Continuaba una serie de entre cuatro y doce lecturas del Antiguo Testamento, entre las cuales había salmos, cánticos y oraciones. Normalmente los temas de las lecturas eran: la creación, la caída, el diluvio, el sacrificio de Isaac, la pascua, el paso del mar Rojo, la entrada en la tierra prometida, Isaías 4 y 55, el valle de los huesos secos, y Jonás. Después se bendecía el agua de la pila bautismal con una fórmula repleta de imágenes bíblicas; en algunas partes se asperjaba a la gente como recuerdo de su propio bautismo. Se llamaba a los candidatos al bautismo para que hicieran las renuncias y la profesión de fe. Después de la inmersión en el agua se les ungía con el aceite bendito. En el rito galicano, un sacerdote con cargo destacado lavaba los pies de los nuevos bautizados. A los bautizados se les vestía con ropas blancas, (que debían llevar durante varios días), y luego se celebraba la eucaristía, en la cual todos comulgaban sin importar la edad.

A medida que se empezó a bautizar a los niños al poco tiempo de nacer, la Vigilia pascual dejó de ser el día principal para los bautizos. Los ritos de este día se acortaron, y la ceremonia empezó a celebrarse el sábado por la tarde.
El Libro de Oración Común de 1549 tampoco ofreció una liturgia especial para la Vigilia, los temas asociados al bautismo se incluyeron en la liturgia del día de Pascua. El nuevo libro de oración de l979, recobra al máximo la liturgia de la Vigilia pascual, con sus cuatro partes principales: el servicio de la luz, la liturgia de la palabra, los bautismos o la renovación de las promesas bautismales, y la santa eucaristía.
Tiempo Pascual
El tiempo pascual tiene su antecedente en el período de tiempo que transcurría de la pascua judía a la fiesta de las Siete Semanas o Pentecostés, mencionado en el Levítico (23, 15-16). Los cincuenta días que van del domingo de Resurrección al de Pentecostés marcan el tiempo pascual. Este es un tiempo de alegría y exultación. En realidad es una extensión de la Pascua. Según san Atanasio todo este tiempo es como "un gran domingo".

Los ocho días siguientes a la Pascua se equiparan a las solemnidades del Señor. En el siglo IV se introdujo la fiesta de la Ascensión a los cuarenta días de la Pascua, y Pentecostés se convirtió en la solemnidad de la venida del Espíritu Santo. Posteriormente, los domingos del tiempo pascual apenas tenían relevancia; la unidad originaria de la cincuentena se había perdido. La reforma litúrgica moderna, ha recobrado la unidad y coherencia de todo este período pascual.

Estrechamente relacionada con los grandes misterios, tenemos la festividad de la Santísima Trinidad, que se celebraba el primer domingo después de Pentecostés, como colofón del misterio trinitario (Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo). La devoción a este misterio se inició en la Edad Media. Se introdujo en el calendario romano en l334, y alcanzó gran difusión a través del misal promulgado por Pío V en 1570.

Durante el tiempo pascual, incluido el día de Pentecostés, se leen los Hechos de los Apóstoles en la primera lectura.

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