lunes, 11 de abril de 2011

La Cuaresma, camino hacia la Pascua.
La Cuaresma nunca es un fin. La Pascua sí. Es la realidad en la que resucitados nosotros Dios será todo en todos. La Cuaresma dura cuarenta días. Comienza el miércoles de ceniza y termina el jueves santo por la tarde-noche, antes de la Misa “en la Cena del Señor”. También cabe decir que la liturgia considera el Jueves a la noche, con el Viernes Santo, Sábado Santo y Domingo de resurrección, como el Corazón del Año Litúrgico, lo que llamamos el "Triduo Pascual". Comienza este Triduo con la Misa “en la Cena del Señor”, y culmina con la Vigilia Pascual el sábado a la noche y el domingo de Resurrección. No olvidemos que la costumbre judeo cristiana considera el día comenzado en sus vísperas. Inicialmente, la Cuaresma iba desde el Primer Domingo de Cuaresma al Jueves Santo, pero a raíz de una reforma litúrgica, se descontaron los domingos, por considerarlos pascuales. Para redondear nuevamente el número 40, se añadió a la Cuaresma los días que van del Miércoles de Ceniza hasta el Primer Domingo de Cuaresma.


De esta manera salen los 40 días. Por lo que, actualmente, la Cuaresma va, según lo dicho más arriba, desde el Miércoles de Ceniza hasta el Jueves Santo excluida la noche con la Misa de la Cena del Señor, donde comienza el Triduo Pascual. Sentido de la Cuaresma. A lo largo de este tiempo, sobre todo en la liturgia del domingo, hacemos un esfuerzo por recuperar el ritmo y estilo de verdaderos creyentes que debemos vivir como hijos de Dios. La cuaresma es un gran ejercicio espiritual para ponernos en forma para festejar los 50 días pascuales. La Cuaresma es un medio, nunca un fin.


El fin es la Pascua, la Resurrección, la Vida Feliz y para siempre. El color litúrgico de este tiempo es el morado, que significa preparación. Es un tiempo de reflexión, de silencio y retiro si es posible, de desapego de las cosas, de conversión espiritual a Jesús; tiempo de preparación al misterio pascual, a lo definitivo, a la realidad total a la que tendemos. La Cuaresma es un camino hacia la Pascua, que es la fiesta más importante de la Iglesia por ser la resurrección de Jesús, la experiencia fundamental del ser cristiano. La novedad cristiana. La Cruz es una cara de la moneda. La otra es la Pascua. No hay cruz sin resurrección, ni resurrección y gloria sin sufrimiento ni dolor. Pero la gloria es lo definitivo. El sufrimiento, la enfermedad y el mal son pasajeros. Ésta, temporal, es la etapa penúltima. Aquella, la eternidad, será la definitiva, y no sólo con el alma, sino con nuestros propios cuerpos glorificados así como está glorificado el cuerpo de Jesús. Cosa que sucederá en el día final.


El número cuarenta en la Biblia.


La duración de la Cuaresma está basada en el símbolo del número cuarenta en la Biblia. En ésta, se habla de los cuarenta días del diluvio (Gén. 8, 6), de los 400 años que duró la estancia de los judíos en Egipto (Éx. 12, 40-41), de los cuarenta años de la marcha del pueblo judío por el desierto del Sinaí (Números 33, 40), de los cuarenta días de Moisés (Éx. 24, 18) y de Elías (I Reyes 19, 8) en la montaña, de los cuarenta días que pasó Jesús en el desierto antes de comenzar su vida pública (Mateo 4, 2; Marcos 1, 3; Lucas, 4, 2). En la Biblia, el número cuatro simboliza el universo, y seguido de ceros significa el tiempo de nuestra vida terrena, seguido de pruebas y dificultades, que culminan o desembocan en un lugar o momento feliz. Es, por lo tanto, tiempo de prueba, de espera y preparación, para algo nuevo, mejor y mayor que nos espera y que alcanzamos. Uno de los caminos, como el de los 40 días de Jesús en el desierto, es el desapego: de las riquezas, de los honores y de la fama vanidosos, y de los placeres desordenados. Apegados a Jesús, obtenemos todo eso multiplicado y purificado, sin el desorden que implica la pasión y el deseo.


¿Por qué la Semana Santa cambia de fecha cada año? El Año litúrgico no se ciñe estrictamente al año calendario, sino que varía de acuerdo con el ciclo lunar. Cuenta la Biblia, que la noche en la que el pueblo judío salió de Egipto, había luna llena y eso les permitió prescindir de las lámparas para que no los descubrieran los soldados del faraón. Los judíos celebran este acontecimiento cada año en la pascua judía o "Pesaj", que siempre concuerda con una noche de luna llena, en recuerdo de los israelitas que huyeron de Egipto pasando por el Mar Rojo. Podemos estar seguros, por lo tanto, de que el primer Jueves Santo de la historia, cuando Jesús celebraba la Pascua judía con su discípulos en la “Última Cena”, era una noche de luna llena. Por eso, la Iglesia fija el Jueves Santo y el día de la Pascua, en la luna llena que se presenta entre el mes de marzo y abril y, tomando esta fecha como centro del Año litúrgico, las demás fechas se mueven en relación a esta y hay algunas fiestas que varían de fecha una o dos semanas: El miércoles de ceniza 40 días antes sin contar los domingos.


La Ascensión del Señor Jesús, 40 días después de la fecha de su Resurrección el Domingo de Pascua, Pentecostés, 10 días después de la Ascensión y 50 después de Pascua, etc. En cambio, otras fechas son según el calendario ordinario y nunca cambian de fecha: Por ejemplo la Navidad, el 25 de diciembre, Reyes o Epifanía, el 6 de enero, y otras fiestas según el calendario del santoral litúrgico (San José, San Pedro y San Pablo, Todos los Santos, Los Ángeles Custodios, Los Arcángeles, etc.) La Semana Santa se inicia con el domingo de Pasión. Antes de la reforma litúrgica, el domingo anterior al de Ramos se conocía como domingo de Pasión. Ahora se han fusionado los dos en uno sólo, de tal manera que la primera parte de la liturgia celebra la entrada de Jesús en Jerusalén, y la segunda parte se centra en la lectura de la pasión del Señor. La devoción del pueblo acostumbra a llevarse a casa las palmas o ramos bendecidos al principio de la celebración eucarística. Los coloca en pequeños altares o en lugares apropiados para acordarse de que Cristo es nuestro Rey.


El Jueves Santo da inicio al gran Triduo pascual. Alguien ha dicho que es "uno de los días más complejos de todo el año eclesiástico". Se han conjugado en este día varios elementos: la conmemoración de la Última Cena, la reconciliación de los penitentes, la bendición de los óleos y el lavatorio de los pies.


El culto del Viernes Santo está compuesto por tres partes: la liturgia de la palabra, la veneración de la Cruz, y la comunión, recibida de los elementos consagrados en la misa del Jueves Santo. En este día ha sido tradicional predicar acerca de las siete palabras o frases pronunciadas por Jesús en la cruz. Durante la devoción se intercalan himnos, oraciones y momentos de silencio para reflexionar.


La Semana Santa concluye con la celebración de la Vigilia Pascual en la cual se celebra la Resurrección del Señor la noche del sábado. Empiezan los oficios con el templo a oscuras, encendiéndose y bendiciéndose un fuego en el atrio. De ese fuego se enciende el Cirio Pascual. Acto seguido, los fieles encienden sus velas propias de la llama del Cirio. Llegados al presbiterio, se coloca en el centro del mismo, junto al altar o junto al ambón, se encienden todas las luces del templo y se canta el Exsultet, o pregón pascual antiguo himno alusivo a la noche de Pascua que proclama la gloria de la Resurrección de Cristo Luego continua con la Liturgia de la Palabra, en la que se leen siete relatos del Antiguo Testamento alusivos al plan salvífico de Dios, intercalados con salmos y oraciones. Tras estos se entona el Gloria que no se había cantado desde que empezó la Cuaresma, junto con repique de campanas, cohetes y algunos otros efectos que realizan los templos de algunos lugares. Se procede a la lectura de una carta apostólica del Nuevo Testamento. Tras este lectura y se entona de manera solemne el Aleluya, y se procede a leer el Evangelio. Tras la homilía tiene lugar la Liturgia Bautismal, en la cual se administra el Bautismo a los nuevos cristianos y los fieles presentes renuevan sus promesas bautismales, Finalmente, se continúa la Misa con la liturgia eucarística de la manera acostumbrada.

No hay comentarios: