• Al entrar en la iglesia es costumbre arrodillarse inmediatamente después de llegar al asiento, dando gracias a Dios por el privilegio de adorar en su templo, y orar por la Iglesia, el mundo, nuestros amigos y el culto que va a comenzar. Es un acto que nos hace recordar que estamos en la presencia de Dios y en su casa.
• Se recomienda guardar silencio en el período de tiempo que precede al oficio. En medio de las ocupaciones de la vida tenemos muy poco tiempo para estar en silencio. “Es raro”, escribe un cristiano, “que Dios encuentre un alma lo suficientemente callada a quien hablar”. Cuando una olla de leche está quieta, la crema sube a la superficie, y así sucede con nosotros. El silencio antes de que comience el oficio puede usarse como de un tiempo de callada preparación, Lea atentamente el Evangelio y la Colecta del día. Lea atentamente las palabras del himno de apertura, de manera que al cantarlo con los demás, pueda tener más sentido para usted. Piense en la santidad y en el poder de Dios a cuya presencia debemos acudir solamente con humildad y reverencia. “Estad quedos y conoced que yo soy Dios”.
• Los oficios del Libro de Oración son tanto oficios comunitarios como plegarias para uso privado. El Libro de Oración fue escrito de manera que todos pudieran participar en los actos del culto comunitario, y todo el pueblo debe por tanto decir las respuestas y el credo, cantar con entusiasmo los cánticos y los himnos, y decir amén al final de las oraciones. El que algunos miembros de la congregación dejen de hacer esto anula el propósito para el cual se escribió el Libro de Oración, y da a los visitantes la fría impresión de que el clero y el coro alaban a Dios mientras la congregación observa. Cada adorador debe alzar su corazón y su voz.
Es costumbre en muchas de nuestra iglesia que las personas de la congregación:
• Hagan una reverencia hacia el altar al entrar y al salir del tiempo.
• Inclinen la cabeza mientras la cruz procesional pasa junto al banco donde se encuentran de pie.
• Inclinen la cabeza al mencionar el nombre de Jesucristo en el credo.
Estos son actos de respeto, tan naturales como quitarse el sombrero mientras desfila la bandera. Es bueno recordar, en el adiestramiento de los niños, que no sólo se les enseña a mostrar respeto por tales actos de cortesía, sino que ellos también aprenden lo que es el respeto al hacerlos.
Algunas personas no siguen estas costumbres y, puesto que nuestra tradición es libre, pedimos que no se critique a ningún feligrés ni por hacer estas cosas ni por no hacerlas.
• Al final de cada oración aparece la palabra “amén”, que cada miembro de la congregación debe decir, Significa “así sea”, y al pronunciarla, los fieles se apropian de la oración. Nosotros no dejamos simplemente que el clérigo ore mientras observamos y escuchamos; más bien oramos con el clérigo mientras él dirige la congregación y luego añadimos nuestro propio “así sea”. Es otro medio de expresar el hecho de que no estamos participando en un culto privado, sino en culto comunitario.
• Personas de algunas otras agrupaciones religiosas objetan a veces que en la Iglesia Anglicana el clero y el coro usan vestimentas especiales. Esto es una costumbre de la iglesia por dos razones: El color blanco de las vestimentas simboliza la purificación d los hombres en presencia de Dios; y revela también, usado sobre un hábito negro, que es motivo de gozo entrar en la cada del Señor. También cada estación tiene su propio color, con su propio significado, y e color de la estola del clérigo, además de las colgaduras del altar, nos enseñan a seguir el año cristiano no sólo con nuestros oídos, sino también con nuestros ojos. Las vestimentas ayudan a asegurar que las cosas se harán decentemente y con orden. No distraeremos la vista por un vestido nuevo o pobre usado por una mujer del coro, ni por el hecho de que lo pantalones de una acólito puedan estar rajados. A los integrantes del coro y a los acólitos se les pide que recuerden que, junto con el clérigo, ellos dirigen a la congregación en el culto. Esta es una responsabilidad que ninguna negligencia debe estropear.
• Llamamos la atención a nuestros fieles de que la Iglesia Anglicana es una iglesia bíblica. En los oficios de Oración Matutina y Oración Vespertina se leen tres lecciones de la Sagrada Escritura al igual que en cada oficio de Santa Comunión. Todas estas lecturas de las Escrituras se hacen en un idioma que todo el mundo entiende. Extensas porciones y expresiones de la Escritura aparecen en muchos de los cantos, y en el lenguaje de muchas oraciones. Todo clérigo anglicano en el momento de sus ordenación asume como su principal autoridad las enseñanzas de las Sagradas Escrituras. Al final del Libro de Oración Común hay un Leccionario que orienta a los fieles de la iglesia en la lectura diaria de la Biblia.
• Muchas personas pasan por alto la grandeza del simbolismo que coloca el altar en el centro de la Iglesia y en el punto focal de la visión, y la Biblia, el púlpito y el coro a los lados. El altar es el símbolo de la presencia del Dios viviente en su casa. Esto nos enseña que no venimos a la iglesia fundamentalmente a oír la Escritura, el sermón o los cantos del coro, sino que oímos todo esto al objeto de que nos acerquen al Dios viviente. Dios es el fin; estas cosas, nobles como son, son medio para llegar a El.
• Nos arrodillamos para orar porque creemos que es la mejor postura, si bien no la única, en la cual nos acercamos a Dios. Es la postura humilde de la criatura ante el Creador, del pecador ante su Dios, del hijo ante su Padre celestial.
• Cualquier fiel que no sabe dónde y cómo encontrar la página correcta en el Libro de Oración durante un oficio de la iglesia debe buscar información con un miembro informado. A menudo, si usted, como feligrés ordinario, se sienta cerca de un visitante que parece poco familiarizado con el Libro de Oración, la bondad puede llevarle a ofrecerle un libro abierto en la página correcta. Con no poca frecuencia atenciones de este tipo, o un amistoso saludo después del oficio, hacen que la gente se sienta atraída a integrarse plenamente a la feligresía de la iglesia.
• Antes de salida de la iglesia es costumbre arrodillarse para un momento de oración a Dios, en el cual le pedimos que después que salgamos de su casa su luz pueda brillar sobre nuestras vidas y las vidas de nuestros hermanos.
miércoles, 11 de marzo de 2009
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