Ciudad del Vaticano , 20 de Sep. 2010 ( AICA ): La histórica visita de Benedicto XVI al Arzobispo de Canterbury, Rowan Williams, el 17 de septiembre de 2010, comenzó con la llegada del Santo Padre a Lambeth Palace, residencia oficial del arzobispo de Canterbury, donde fue recibido en la Biblioteca por el Arzobispo Rowan Williams. Estaban presentes el Arzobispo de York, el Primado de Escocia, el Arzobispo de Gales y los obispos de Londres y Winchester.
El Santo Padre visitó la exposición en curso actualmente en la Biblioteca con motivo del 400º aniversario de su fundación y después de una breve oración y del discurso del Arzobispo Williams se dirigió a los presentes. Tras el encuentro emitieron un comunicado conjunto, que comienza diciendo que este encuentro se produce 50 años después del primer encuentro de un Papa y un Arzobispo de Canterbury en los tiempos modernos, el de Juan XXIII y el arzobispo Geoffrey Fisher, en diciembre de 1960.
El Vatican Information Service (VIS) difundió la crónica de la histórica visita del papa Benedicto XVI al arzobispo de Canterbury, Rowan Williams. Comienza diciendo que el 17 de septiembre, a las 15,40, el Santo Padre se desplazó en automóvil a Lambeth Palace, residencia oficial del arzobispo de Canterbury. La biblioteca, una de las más antiguas del país, tiene más de 120.000 libros sobre la historia política, social y económica de los países de habla inglesa y custodia entre otros el archivo de los arzobispos de Canterbury desde el siglo XIII y el de la Iglesia de Inglaterra.
A su llegada al Palacio de Lambeth el Santo Padre fue recibido en la Biblioteca por el Arzobispo de Canterbury, Rowan Williams. Estaban también presentes el arzobispo de York, el Primado de Escocia, el arzobispo de Gales y los obispos de Londres y Winchester.
El Santo Padre visitó la exposición en curso actualmente en la Biblioteca con motivo del 400º aniversario de su fundación y después de una breve oración y del discurso del arzobispo Williams se dirigió a los presentes.
Benedicto XVI recordó cómo el arzobispo de Canterbury había citado en su discurso el histórico encuentro hace casi 30 años del papa Juan Pablo II con el entonces arzobispo de Canterbury, Robert Runcie, y observó que a pesar de "las dificultades que el camino ecuménico encontró en los 40 años transcurridos desde el comienzo de los trabajos de la Comisión Internacional Anglo Católica, hubo un "notable progreso en muchos ámbitos del diálogo".
"El contexto del diálogo entre la Comunión Anglicana y la Iglesia Católica evolucionó de forma espectacular desde la reunión privada entre el papa Juan XXIII y el arzobispo Geoffrey Fisher en 1960. Por un lado, la cultura que nos rodea se distancia cada vez más de sus raíces cristianas, a pesar de una profunda e intensa hambre de espiritualidad. Por otro lado, la creciente dimensión multicultural de la sociedad, especialmente marcada en este país, trae consigo la oportunidad de encontrar otras religiones.
“Para los cristianos, esto nos abre la posibilidad de explorar, junto a los miembros de otras tradiciones religiosas, formas de dar testimonio de la dimensión trascendente de la persona humana y de la vocación universal a la santidad. La cooperación ecuménica en esta tarea sigue siendo esencial, y ciertamente dará frutos en la promoción de la paz y la armonía en un mundo que, con tanta frecuencia, corre el riesgo de fragmentarse".
"Al mismo tiempo, los cristianos nunca debemos vacilar en proclamar nuestra fe en la unicidad de la salvación que nos ha ganado Cristo, y en explorar juntos una comprensión más profunda de los medios que Él nos ha dado para alcanzar dicha salvación. Dios quiere que todos se salven y lleguen al conocimiento de la verdad y la verdad no es otra que Jesucristo. Fieles a la voluntad del Señor reconocemos que la Iglesia está llamada a ser inclusiva, pero nunca a expensas de la verdad cristiana. En esto radica el dilema que afrontan cuantos están sinceramente comprometidos con el camino ecuménico".
En este ámbito, el Papa se refirió al cardenal John Henry Newman, "cuya visión eclesial creció con su formación anglicana y maduró durante sus muchos años como ministro ordenado en la Iglesia de Inglaterra. Él nos enseña las virtudes que exige el ecumenismo: por un lado, seguía su conciencia, aun con gran sacrificio personal; y por otro, el calor de su constante amistad con sus antiguos compañeros lo condujo a investigar con ellos las cuestiones sobre las que diferían, impulsado por un profundo anhelo de unidad en la fe".
"Con ese mismo espíritu de amistad -concluyó- renovemos nuestra determinación de buscar la unidad en la fe, la esperanza y la caridad, de acuerdo con la voluntad de Jesucristo, nuestro único Señor y Salvador".
Comunicado conjunto
El Santo Padre visitó la exposición en curso actualmente en la Biblioteca con motivo del 400º aniversario de su fundación y después de una breve oración y del discurso del arzobispo Williams se dirigió a los presentes.
Benedicto XVI recordó cómo el arzobispo de Canterbury había citado en su discurso el histórico encuentro hace casi 30 años del papa Juan Pablo II con el entonces arzobispo de Canterbury, Robert Runcie, y observó que a pesar de "las dificultades que el camino ecuménico encontró en los 40 años transcurridos desde el comienzo de los trabajos de la Comisión Internacional Anglo Católica, hubo un "notable progreso en muchos ámbitos del diálogo".
"El contexto del diálogo entre la Comunión Anglicana y la Iglesia Católica evolucionó de forma espectacular desde la reunión privada entre el papa Juan XXIII y el arzobispo Geoffrey Fisher en 1960. Por un lado, la cultura que nos rodea se distancia cada vez más de sus raíces cristianas, a pesar de una profunda e intensa hambre de espiritualidad. Por otro lado, la creciente dimensión multicultural de la sociedad, especialmente marcada en este país, trae consigo la oportunidad de encontrar otras religiones.
“Para los cristianos, esto nos abre la posibilidad de explorar, junto a los miembros de otras tradiciones religiosas, formas de dar testimonio de la dimensión trascendente de la persona humana y de la vocación universal a la santidad. La cooperación ecuménica en esta tarea sigue siendo esencial, y ciertamente dará frutos en la promoción de la paz y la armonía en un mundo que, con tanta frecuencia, corre el riesgo de fragmentarse".
"Al mismo tiempo, los cristianos nunca debemos vacilar en proclamar nuestra fe en la unicidad de la salvación que nos ha ganado Cristo, y en explorar juntos una comprensión más profunda de los medios que Él nos ha dado para alcanzar dicha salvación. Dios quiere que todos se salven y lleguen al conocimiento de la verdad y la verdad no es otra que Jesucristo. Fieles a la voluntad del Señor reconocemos que la Iglesia está llamada a ser inclusiva, pero nunca a expensas de la verdad cristiana. En esto radica el dilema que afrontan cuantos están sinceramente comprometidos con el camino ecuménico".
En este ámbito, el Papa se refirió al cardenal John Henry Newman, "cuya visión eclesial creció con su formación anglicana y maduró durante sus muchos años como ministro ordenado en la Iglesia de Inglaterra. Él nos enseña las virtudes que exige el ecumenismo: por un lado, seguía su conciencia, aun con gran sacrificio personal; y por otro, el calor de su constante amistad con sus antiguos compañeros lo condujo a investigar con ellos las cuestiones sobre las que diferían, impulsado por un profundo anhelo de unidad en la fe".
"Con ese mismo espíritu de amistad -concluyó- renovemos nuestra determinación de buscar la unidad en la fe, la esperanza y la caridad, de acuerdo con la voluntad de Jesucristo, nuestro único Señor y Salvador".
Comunicado conjunto
Tras el encuentro que mantuvieron Benedicto XVI y Rowan Williams, arzobispo de Canterbury, en Lambeth Palace, emitieron el siguiente comunicado conjunto.
"Cincuenta años después del primer encuentro de un Papa y un arzobispo de Canterbury en los tiempos modernos -el del papa Juan XXIII y el arzobispo Geoffrey Fisher, en diciembre de 1960-, Benedicto XVI realizó una fraterna visita al arzobispo Rowan Williams.
En la primera parte de su encuentro ambos han dirigido su palabra a los obispos anglicanos y a los obispos diocesanos católicos de Inglaterra, Escocia y Gales, en la gran sala de la biblioteca del arzobispo, antes de pasar al encuentro privado.
En su conversación privada, han afrontado muchas cuestiones de mutua preocupación para anglicanos y católicos. Han afirmado la necesidad de proclamar el mensaje evangélico de salvación en Jesucristo, de una manera tanto razonada como convincente en el contexto contemporáneo de profunda transformación cultural y social, y con una vida de santidad y de transparencia. Han subrayado la importancia de mejorar las relaciones ecuménicas y de continuar el diálogo teológico ante los nuevos desafíos que se plantean a la unidad tanto desde la comunidad cristiana en su interior, como más allá de ella.
El Santo Padre y el arzobispo han reafirmado la importancia de continuar el diálogo teológico sobre la noción de la Iglesia como comunión, local y universal, y sobre las implicaciones de este concepto para el discernimiento de la enseñanza ética.
Juntos han reflexionado sobre la seria y difícil situación de los cristianos en Oriente Medio, y han hecho un llamamiento a todos los cristianos para rezar por sus hermanos y hermanas y a apoyar su continuo testimonio de paz en Tierra Santa. A la luz de sus recientes intervenciones públicas, también han hablado sobre la necesidad de promover un compromiso valiente y generoso en el campo de la justicia y de la paz, especialmente las necesidades de los pobres, apremiando a los líderes internacionales a luchar contra el hambre y las enfermedades.
Tras el discurso del Papa a la Sociedad Civil en el Westminster Hall, ambos dirigentes viajaron juntos para compartir en la noche a la Oración en la Abadía de Westminster.
"Cincuenta años después del primer encuentro de un Papa y un arzobispo de Canterbury en los tiempos modernos -el del papa Juan XXIII y el arzobispo Geoffrey Fisher, en diciembre de 1960-, Benedicto XVI realizó una fraterna visita al arzobispo Rowan Williams.
En la primera parte de su encuentro ambos han dirigido su palabra a los obispos anglicanos y a los obispos diocesanos católicos de Inglaterra, Escocia y Gales, en la gran sala de la biblioteca del arzobispo, antes de pasar al encuentro privado.
En su conversación privada, han afrontado muchas cuestiones de mutua preocupación para anglicanos y católicos. Han afirmado la necesidad de proclamar el mensaje evangélico de salvación en Jesucristo, de una manera tanto razonada como convincente en el contexto contemporáneo de profunda transformación cultural y social, y con una vida de santidad y de transparencia. Han subrayado la importancia de mejorar las relaciones ecuménicas y de continuar el diálogo teológico ante los nuevos desafíos que se plantean a la unidad tanto desde la comunidad cristiana en su interior, como más allá de ella.
El Santo Padre y el arzobispo han reafirmado la importancia de continuar el diálogo teológico sobre la noción de la Iglesia como comunión, local y universal, y sobre las implicaciones de este concepto para el discernimiento de la enseñanza ética.
Juntos han reflexionado sobre la seria y difícil situación de los cristianos en Oriente Medio, y han hecho un llamamiento a todos los cristianos para rezar por sus hermanos y hermanas y a apoyar su continuo testimonio de paz en Tierra Santa. A la luz de sus recientes intervenciones públicas, también han hablado sobre la necesidad de promover un compromiso valiente y generoso en el campo de la justicia y de la paz, especialmente las necesidades de los pobres, apremiando a los líderes internacionales a luchar contra el hambre y las enfermedades.
Tras el discurso del Papa a la Sociedad Civil en el Westminster Hall, ambos dirigentes viajaron juntos para compartir en la noche a la Oración en la Abadía de Westminster.
Durante el transcurso del servicio, intercambiaron saludos y un signo de la Paz. En conjunto, veneraron el Evangelario de San Agustín y se dirigieron a la congregación. Al final de Vísperas visitaron junto al Santuario de San Eduardo el Confesor a orar por la Iglesia y de la nación y por el don de la unidad de los cristianos, después de lo cual, dijeron una bendición conjunta.
En su discurso, el Arzobispo Williams recordó la comisión del Papa Gregorio a San Agustín de Canterbury para evangelizar Inglaterra. Hizo hincapié en el inmenso bien espiritual y el legado social de que la misión de la nación:
"San Gregorio fue el primero en explicar ... la magnitud del regalo dado a la Iglesia de Cristo a través de la vida de San Benito ... que, a través de un artículo relativamente breve de la vida, abierto para toda la civilización de Europa desde la siglo VI la posibilidad de vivir en la alegría y el servicio recíproco, en la sencillez y abnegación, en un modelo equilibrado del trabajo y la oración en la que cada momento habló de la dignidad humana plenamente en la entrega a un Dios de amor. La vida benedictina demostrado ser un seguro de bases no sólo para las generaciones de monjes y monjas, sino para toda una cultura en la que el trabajo productivo y el silencio contemplativo y de la dignidad humana y la receptividad-la libertad humana-fueron honrados. "
"En este edificio con su herencia benedictina de largo, reconocemos con gratitud a su contribución a una visión benedictina de nuestros días, y rezar para que su tiempo con nosotros en Gran Bretaña nos puede ayudar a todos hacia una renovación de la esperanza y la energía que necesitamos como cristianos testimonio de nuestra convicción de que en su relación con Dios y los hombres las mujeres pueden convertirse en la más amplia libertad y la belleza de espíritu. "
Hablando de la necesidad de la Iglesia a cuidar y proteger la vida humana y la dignidad, la libertad y el crecimiento, el arzobispo dijo: "No es, como sabemos, ninguna autoridad en la Iglesia que no es la autoridad del servicio, es decir, de construir el pueblo de Dios a la plena madurez. "
Esta fue la primera vez en la historia que un Papa visitó la Abadía de Westminster.
No hay comentarios:
Publicar un comentario