Editorial
Otros factores decisivos provienen de los sacramentos del bautismo y de la reconciliación. Por Hipólito sabemos que los candidatos al bautismo tenían que observar un catecumenado de tres años, en el que se conjugaban estudio, oración, sacrifico, vida ejemplar, como preparación para el bautismo que recibían el día de Pascua. Al disminuir la práctica del catecumenado, la preparación para el bautismo consistía en unas semanas de intensa preparación antes de la Pascua. Independientemente de esto, el historiador Sócrates afirma que, en el siglo IV, en Roma ya se observaban tres semanas consecutivas de ayuno, antes de la Pascua. Así mismo, san Jerónimo hace referencia expresa a la Cuaresma o cuadragésima, con relación clara al número simbólico bíblico de cuarenta; y Atanasio de Alejandría, exiliado en Roma (en el 340), escribe a su comunidad alejandrina indicando que en Roma se observan cuarenta días de penitencia antes de la Pascua. En Alejandría ya se venían observando seis días de penitencia; lo interesante de esta comunidad es que, cuando deciden extender los días a cuarenta, no lo hacen en referencia a los cuarenta días que Jesús observó (según el Evangelio de Marcos 1,13), sino por conexión al bautismo como se hacía en Roma. Por otra parte, cuando en el siglo VII, la reconciliación pública comenzó a ser sustituida por la penitencia privada, la Cuaresma quedó fijada casi exclusivamente como tiempo penitencial y ascético.
Con la reforma litúrgica efectuada en la última parte del siglo XX, muchas confesiones cristianas han vuelto a enfatizar el doble aspecto histórico de este tiempo: la preparación para el bautismo (catecumenado) y la penitencia-oración y abnegación preparatorias para la Pascua.
El "Miércoles de ceniza" da comienzo a la Cuaresma, sin embargo históricamente este día, con su connotación litúrgica y espiritual, no aparece hasta el siglo XI. En el Antiguo Testamento ya se usaba la ceniza con carácter penitencial. Así lo entendieron y usaron también los primeros cristianos en casos de pecadores notorios. La costumbre de distribuir las cenizas no se originó en Roma, sino en las liturgias galicana y mozárabe, cuando los penitentes las recibían al entrar en un orden penitencial. La práctica adquirió popularidad. Sin embargo, fue el papa Urbano II, en 1091, quien mandó imponer las cenizas en las cabezas de los fieles el miércoles anterior al primer domingo de Cuaresma. Esto dio origen al Miércoles de ceniza. Al imponer las cenizas, después de la homilía, el ministro cita la frase bíblica: "Eres polvo y al polvo tornarás" (Gn 3,19).
(Tomado del libro: Introducción al Culto, por Isaías A. Rodríguez)
Frecuentemente se nos ha dicho que Cuaresma significa cuarenta. Este año me he dado a la tarea de confirmar esto. Empiece a contar desde el Primer Domingo en Cuaresma, y al llegar al Jueves Santo, exactamente el total es cuarenta días. Y como sé que los números en la Biblia tienen un significado simbólico, además de cuantitativo, quise investigar someramente este número en particular.
En el Antiguo Testamento leemos que Moisés aguardó cuarenta días antes de ascender al Monte Sinaí, donde recibió de Yahvé las tablas de la ley, mientras que Elías caminó ese mismo número de días para pasar al lugar más alto del Monte Horeb. Y no olvidemos que la marcha de los judíos por el desierto duró cuarenta años. En el Nuevo Testamento se relata que Jesús pasó cuarenta días en el desierto.
Por lo tanto, cuarenta es un número simbólico que en las Escrituras significa prueba, examen, ensayo y preparación intensa para algo bien importante que va a ocurrir. Me llama la atención de considerar la Cuaresma como un período de preparación, y en especial para nosotros los cristianos, preparación para la Pascua de Resurrección. Cuaresma y Pascua están atadas íntimamente. Esto lo entendieron bien los primeros cristianos, cuando consideraban la Cuaresma como un período muy intenso de preparación para el Bautismo, que se celebraba en la noche de la Pascua.
Por lo tanto, en esta Cuaresma, preparémonos espiritualmente con ejercicios devotos, tales como la oración pública e individual, retiros, lecturas de la Biblia y del Libro de Oración Común, la participación de la Santa Eucaristía, del Jueves y Viernes Santo, y en la celebración triunfal del Domingo de la Resurrección, porque, al fin y al cabo, Cuaresma son cuarenta días de preparación para la Pascua.
Por Monseñor David Andrés Álvarez. Obispo de la Iglesia Episcopal de Puerto Rico.
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