El invierno está comenzando, por lo menos en el hemisferio norte, y para muchos la vida se hace cada vez más difícil. Ejecuciones de hipotecas, despidos, rescates del gobierno y quiebras financieras, la guerra en dos frentes, ataques terroristas, asesinatos por causas religiosas... este mundo tiene mucha necesidad de luz. Sabemos que la luz no puede ser apagada por las tinieblas porque Dios se hizo presente entre nosotros en carne humana. Nacido en la pobreza de una familia sin hogar, en un pueblo sujeto a una antigua ocupación, Jesús es la prueba humana y divina de que Dios está con nosotros en medio de las tinieblas del mundo. El Emmanuel, Príncipe de Paz, Divino Consejero ha venido para reformar las mentes, reparar el cuerpo y recrear la creación.
A medida que nos convertimos para seguir a Jesús en el camino, nace en nosotros una nueva mente y un nuevo corazón. El cuerpo de la creación divina es recompuesto en la forma en que se había intentado desde el principio. Y una nueva creación se hace realidad por medio de la obra sanadora de Jesús. Los cristianos cuentan esta historia cada Navidad y al escucharla y recordarla nuevamente somos invitados a una nueva integridad. Nuestra tarea anual es escuchar la historia en una nueva forma y a ver la luz en medio de las tinieblas de los problemas de esta época y, entonces, salir a contar la historia con corazones gozosos a quienes todavía aguardan en la oscuridad. ¿Dónde usted compartirá la alegre historia de la luz en la oscuridad?
Las mañanas están oscuras, muy oscuras hasta incluso después de que la mayoría de nosotros ha empezado sus días. Los indicios de la aurora en el cielo oriental, las líneas color rosa y rosado que prometen luz abundante y más brillante, traen esperanza incluso en el oscuro pleno invierno. ¿Dónde buscas esa clase de esperanza nacida en los tenues rayos de luz? Jesús ya está en la calle, incluso en la oscuridad. Si miras con atención, verás que los hambrientos son alimentados, los sin hogar tienen los pies atendidos, los humildes y honrados invitados ya están en la mesa del banquete, cada uno ofrece un vislumbre de ese amanecer.
Lo que habíamos esperado durante tanto tiempo, durante siglos y eones de tiempo, ha nacido entre nosotros. Nace entre nosotros silenciosamente, casi a hurtadillas, en un granero oscuro, hace mucho tiempo. Este niño tiene toda nuestra esperanza de luz. Este pequeño marco parece demasiado frágil para soportar nuestros anhelos. Sin embargo, las naciones vienen corriendo hacia esta luz, incluso antes de que sea destetado. Lo divino ha venido para habitar entre nosotros, y la promesa eterna de Dios de paz, restauración y de hogar se hizo carne.
¿Dónde y cómo vas a buscar esta luz en el mundo? ¿En qué otros frágiles marcos la luz cubrirá las tinieblas? La luz aumenta con nuestra ansiosa búsqueda, luz que anhela la luz, el divino reflejo anhelante de su origen.
¿Dónde está Emanuel? ¿En el inmigrante, peregrino o en un niño? ¿Dónde encontraremos este año al Niño Dios en el mundo? Si tenemos en cuenta que la Encarnación se produjo en un niño débil e indefenso, nos podrá ayudar mucho para saber dónde buscarlo. Estoy convencida que esto forma parte de nuestra tarea de tener "una opción preferencial" por los pobres, indefensos, enfermos y marginalizados. El gran marco de la reflexión bíblica y teológica está relacionado con descubrir que Dios se preocupa por todos aquellos que no tienen quien los ayude. Ciertamente Jesús puede ser comprendido como alguien que auxilia a todos los que, ante los ojos del mundo, no han podido salvarse a sí mismos. En realidad, nosotros creemos que Jesús es el salvador de todos.
Uno de los beneficios principales de la forma en que en nuestras culturas las celebraciones navideñas es que se pone énfasis en los niños y en los más carenciados. Nos deleitamos al ver que los niños se maravillan cuando llega la Navidad y muchos de nosotros hacemos un esfuerzo especial para alimentar al hambriento, abrigar al desprotegido y cuidar del necesitado. El desafío consiste en hacer que esta "visión" navideña transforme la forma en que tratamos a nuestro prójimo durante el resto del año y en todos los años venideros. ¿Podríamos atrevernos a ver a un niño alrededor nuestro en los forasteros y extranjeros (emanueles e inmigrantes); peregrinos (las personas sin hogar, como María y José que no tenían dónde posar); viudas y huérfanos (relegados socialmente); un niño nacido en Belén (ya sea palestino o judío, o los niños que Farón y Herodes quisieron matar); divino despensero de multitudes (trabajador de un comedor popular) y salvador del mundo (Pacificador, Defensor de la justicia, Reconciliador, Gobernador justo y compasivo…)? Si Dios aparece entre nosotros como un niño indefenso, ciertamente la presencia divina se ha manifestado a todo nuestro alrededor. En esta Navidad ¿dónde encontrarás a Jesús?
Que la luz de Cristo ilumine su caminar en las tinieblas, que su luz se extienda por las naciones azotadas por la guerra y el hambre, que continuemos buscando su luz en los lugares oscuros de nuestros propios corazones.
Katharine Jefferts Schori , Navidad del 2009
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